Vaya semanita
Uf, ha sido muy interesante, mucho, pero también cansado. He pasado la semana completa haciendo un curso por medio del curro, en las inmediaciones de Bremen, y estos días han sido una combinación de charlas, trabajo en grupo, buen comer, muy poco sueño, y entrenamientos a horas intempestivas.
El día habitual comenzaba, desde el punto de vista lectivo, a las 8:30, tras el desayuno, y se prolongaba a lo largo de toda la jornada con alguna pausa de 15 minutos para el café, o bien de una hora para la comida y la cena, respectivamente. Hasta el miércoles fuimos acostándonos a horas bastante razonables, pero el jueves y el viernes hubo que prolongar el tabajo bastante tiempo, así que en ambas ocasiones no olí la cama hasta la 1:30 o las 2 de la madrugada. Afortunadamente, el trabajo nocturno se amenizaba merced a los señores Becks y Fransziskaner, ofertados de manera gratuita por el curso :-).
Así las cosas, no quedaba más remedio que hacer los entrenamientos de madrugada. He conseguido seguir el plan con bastante fidelidad, aunque alguna pequeña variación ha habido que meter, claro. Imagino que los ritmos habrán salido algo más lentillos por la cosa de empezar a darle a la zapatilla entre las 6:15 y las 6:45, pero tampoco me han dejado insatisfecho (beneficios de entrenar a 5 o 6 graditos y al nivel del mar). Lo dejé en el rodaje del martes, un extensivo a buen ritmito.
El miércoles hice unos kilómetros y unos 35 minutos de gimnasia. Bien por lo que toca a la voluntad, y es que verse en un bosque a esas horas, casi a oscuras, pegando saltos de un lado para otro, te hace pensar que estás un poco loco, jeje. Pero los ejercicios en sí me costaron bastante: iba cargado de piernas por la acumulación de entrenamientos y por la hora. Pero es lo que hay.
El jueves, regenerativo al canto, con sensaciones bastante mejores. Algo más de doce kilómetros en un poco menos de una hora, que sirvieron para oxigenar (un poco) las bielas.
Más difícil sería lo del viernes: ¿dónde carajo encuentro yo unas cuestas ahora? Unas cuestecitas empinadas iban a ser misión imposible, así que me puse a buscar algo que al menos tirase un poquitín parriba. Rueda que te rueda, me meto por un caminito agropecuario, y aquí me llevé el susto: perraco tremendo que me ve correr por la zona, y se viene a por mi con una determinación que acojona. Y aquí decido probar lo que parece más razonable, pero también difícil de hacer: las piernas te piden salir corriendo, pero eso creo que sería contraproducente, así que me paro (antes paro el crono y el Garmin, que uno es un vicioso, y aunque sea hecho trizas por el perro, quiero tener los datos del rodaje), no hago frente al perro y tampoco salgo corriendo, sino que poco a poco camino y me voy alejando. En principio no para, se sigue acercando y ladrando, camino, camino, camino… y al final no deja de ladrar, pero se detiene. Madre, qué mal rato. Pero mira, termino por seguir rodando sin más contratiempos. Y al final encuentro 100 metros en cuestecita, ligera pero cuestecita al fin y al cabo, y le pego 10 subidas a todo trapo (lo que en mi caso de fondista malo y velocista lamentable es ir pisando huevos). Termino soltando. En este caso no soltaba para relajar las piernas, sino para que se me bajasen los huevos, que seguían a la altura del cuello.
Y hoy, rodaje sin gimnasia ni nada, el R3 lo haré mañana. Ha salido más rápido que lo presagiado por las menos de cinco horas de cama, pero tampoco ha sido la octava maravilla del mundo.
Ahora voy de camino a Hamburgo, y me acabo de dar cuenta de que el mamón del portátil me ha perdido el archivo Excel de los entrenamientos. Así que me va a tocar pasar un tiempecito con el sw de Polar para recuperar todos esos datos. Cagonlalecheputa. Menos mal que esta noche me espera esa maravillosa ciudad. Qué gran regalo para mañana, jeje.
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