18.12.08

Rojo

Ayer fue un día rojo. Rojo por la mañana camino de la reunión que me tuvo ocupado en Tres Cantos. Circulaba por la M-607 en torno a las 8:30. En ese momento el sol empezaba a asomar la gaita por la tronera del este, más bien sureste en estas proximidades del solsticio, y antes incluso de dejarse ver desparramaba su luz hacia las montañas que cierran Madrid por el noroeste. Allí, fruto de las nieves del fin de semana, un lienzo blanco parecía querer ser una enorme pantalla que reflejase el cañón lumínico del astro rey. Fruto de este encuentro, un tono rojizo cubría el horizonte ondulado y nos regalaba una imagen que invitaba a soltar la moto y sentarse en el suelo a disfrutar del espectáculo. ¡Qué cosa más bonita, disfrutar del amanecer rebotando en las laderas nevadas de la sierra! Me imagino ahora a los habitantes de la caverna de Platón, que no veían la Verdad al disfrutar sólo de las sombras proyectadas en las paredes de la cueva, en lugar de mirar directamente a la fuente de luz. Pero ayer me satisfizo ser un ignorante y no mirar al sol de cara, sino dejarme llevar por su ¿engañoso? reflejo en las paredes de mi caverna. Qué placer, a veces, renunciar a la luz.

Rojo por la tarde - noche. El rojo de miles y miles de pilotos traseros de coches inundando las carreteras de Madrid y alrededores. Salimos a las seis de Tres Cantos, y ya entonces aquello era una procesión interminable de luminarias que se extendían entre Tres Cantos y la M-40. Luces rojas tenues, intensas, ámbar intermitente, rojo fugaz por una frenada inesperada, y yo tratando de avanzar entre la marea, siempre atento a un cambio de carril inesperado que pueda llevarme al suelo. Y veo eso y se me hace impensable que tanta gente renuncie a usar el transporte público o a usar medios alternativos (léase la moto, léase compartir coche) con tal de evitarse perder tres horas todos los días y, lo que es más importante, con tal de ahorrarse el cabreo monumental con que deben de saludar en la empresa a sus compañeros, y que se deben de llevar como regalo vespertino a sus hogares. Por más que le doy vueltas soy incapaz de encontrarle una explicación. ¿Es eso vida? Me decía hoy Sergio, con razón, que eso es suficiente argumento para cambiar de casa o de trabajo, si lo del medio de transporte no tiene solución. Tampoco viene mal de vez en cuando meterse en estos ríos de lava roja destellante para así darme cuenta de la suerte que tengo de tardar 25 minutos en llegar al trabajo y, encima, sin coste.

Rojo para terminar el día en Vicálvaro: el rojo anaranjado del tartán que echaba de menos y que ya llevo probando dos semanas consecutivas. Aún en proceso de regreso a los entrenamientos, estoy adaptándome poco a poco a lo que me parece razonable y creo que me puede venir bien. Ayer Alberto y Mario tenían un 3000 - 2000 - 1000 a ritmos que aún no puedo manejar, mientras que Luis iba a afrontar un 3 x 1000 al que me podía unir sin problemas. Así, combinando tramos con unos y otro, hice cinco miles sin mucha recuperación, siendo ésta siempre al trote, a ritmos nada estratosféricos pero que me dejan contento porque además tuve buenas sensaciones. Unas cuantas vueltas a la pista y mucha conversación distendida con los compañeros de entrenamiento para terminar un día largo, variado y al mismo tiempo satisfactorio.

4 comentarios:

Mildolores dijo...

Y rojo, te ha faltado añadir.
Bueno, pues a ver si voy retomando la normalidad, que esto de pasear por ahí no me hace tanta gracia como hace algún tiempo y me marco unas series como esas que dices tú que no te dicen gran cosa.
Las firmo sin verlas.

Ishtar dijo...

La verdad es que yo no sé cómo aguanta la gente los atascos. Cuando iba a la Escuela, como sabía que salir a las 8 de casa iba a suponer atascazo, salía a las 7:15-7:30, que aún no hay follón y llegaba 1 hora antes del comienzo de las clases, pero lo prefería.

El transporte público desde aquí no es muy sencillo. En autobús te comes los mismos atascos y la única solución es el Cercanías, que según donde vayas, se te puede hacer bastante largo el trayecto. Cosas de la periferia ;-)).

Pero nuestra preciosa Sierra no la tenéis tan a mano los de la city, ¿eh? ;-)))

Besitos!

vsblanco dijo...

Correr, corremos lo nuestro, pero el hableo del final no nos lo quita nadie. Mira que nos va la charleta, para que luego digamos de las mujeres

vsblanco dijo...

Feliz año nuevo virtual. Luego te lo felicito en real :-)