12.4.09

De repente, una marca

Reflexiones al hilo de una MMP inesperada

Hoy voy a cambiar un poco el registro. En las últimas entradas me he propuesto darle un aire diferente al blog. No querría decir que es un aire más literario, pues esto desde luego que suena prepotente. Pero por ahí van los tiros: tratar de contaros mis sensaciones más con la pluma que con el pulsómetro en la mano.
Sin embargo, hoy querría salirme un poco del camino al que en breve volveré, y haceros partícipes de algunas reflexiones que me he hecho después de que el domingo pasado, en Barcelona, mejorase mi registro en 10 km. Lo hago sobre todo porque esta mejora ha llegado de la manera más inesperada, cuando afrontaba una carrera sabiendo que estaba cogiendo un buen punto de forma, pero sin sospechar que estaba preparado para rebajar el tiempo que conseguí hace ya más de dos años en Aranjuez.
El primero de los pensamientos que se me viene a la cabeza es que la lesión que pasé en los meses de septiembre y octubre no es ajena a este resultado. ¿Por qué digo esto? Evidentemente, una lesión no es buena per se, pero creo que en este caso ha tenido una serie de efectos positivos. Enumero:
  • Hasta esta lesión llevaba alrededor de cuatro años sin interrupción de ningún tipo en el entrenamiento. Sólo cada verano había descansado entre tres y cuatro semanas en las que me dedicaba básicamente a hacer bicicleta y alguna otra cosa que se terciase. Es probable que mi cuerpo me estuviese pidiendo un descanso más largo. Habrá que ver ahora si este descanso ha de ser anual (es decir, un mes sin hacer nada de carrera, y poco trabajo en la bici), o algo circunstancial, pero lo cierto es que la lesión sólo desapareció cuando me sometí a sesiones de fisioterapia y descarté hacer ningún tipo de actividad física, para que la rodilla estuviese bien quietecita.
  • Este año he empezado a rodar días alternos, y sin hacer nada de entrenamientos de calidad, en noviembre. Ya en diciembre empecé a hacer cambios de ritmo y a meter algún día de series. Esto quiere decir que llevo un "retraso" de unos tres meses respecto de otras temporadas. ¿En qué se ha traducido esto? Muy fácil: en una liberación mental. He tenido que dejar pasar competiciones tradicionales. Y a otras (San Silvestre, media de Getafe, campeonato de Madrid de cross) he llegado corto de preparación, lo que me ha hecho afrontarlas sin expectativas, sin presión, sin ansiedad. Esto ha sido básico, me he planteado ir entrenando con calma y sin impaciencia, con el único objetivo de no recaer en la lesión e ir cogiendo la forma poco a poco. Así las cosas, lo que llegase sería bienvenido, pero no iba a comerme la cabeza por quedarme lejos de las marcas de otros años.
  • Ligado a lo anterior, no empecé a entrenar con una marca de 1.15 en media, o de 34' en diezmil en la cabeza, sino dejándome llevar en suave progresión hacia un buen estado de forma, sin cuantificar las metas. Con esta premisa, me puse en la línea de salida de la Cursa de Bombers sin ese tembleque que me ha asaltado, por ejemplo, otros años en Laredo, cuando tenía el clarísimo objetivo de batir mi marca.
  • Y otro efecto colateral: las carreras me gustan. Disfruto del ambiente, de los amigos, del esfuerzo agonístico... pero me tenido que renunciar a muchas. Creo que ha sido una buena noticia tener que competir menos y entrenar más.
Naturalmente, estos no han sido los únicos ingredientes del entrenamiento que he seguido hasta ahora. Ha habido otros detalles a los que he prestado atención y que creo que también han contribuido a conseguir buenos resultados. Los comparto con vosotros por si os sirven de algo estos pensamientos a vuelapluma:
  • Siguiendo con al filosofía que Vicente ha imprimido en los planes en los primeros mesociclos, he trabajado bastante los entrenamientos interválicos, haciendo cambios de ritmo de distintas duraciones (200 metros, 400 metros, a veces por tiempo), y siempre haciendo recuperaciones incompletas, no ya al trote sino incluso rodando a ritmos en torno a los 4:30 minutos por kilómetro. Mi impresión es que de este modo he conseguido crear una muy buena base, no de un ritmo de crucero elevado, pero sí unos buenos cimientos sobre los que construir el resto del entrenamiento.
  • En el momento de afrontar los entrenamientos de series, he aplicado una filosofía similar a base de hacer recuperaciones incompletas, al trote, a costa de sacrificar algo de velocidad. En este sentido, tenía presente las palabras del mismo Vicente: "en tres o cuatro semanas de buenos entrenamientos se puede afinar para una carrera". Pues bien, eso pretendía hacer, trabajar mucho la base y sólo afinar de verdad el estado de forma con unas pocas semanas en las que trabajase ritmos altos inmediatamente antes de las carreras objetivo.
  • El año pasado creo que forcé un poco la máquina en las series de lunes y miércoles en Vicálvaro. Los sábados estaba fundido como para hacer ritmos controlados a velocidades altas, y me da la sensación de que ese ladrillo faltaba claramente en el edificio del entrenamiento. ¿Solución? No dejarme la vida en las series, sino entrenar con un poquito más de contención, y descansar los viernes, de modo que el controlado de los sábados pudiese ser un entrenamiento de verdadera calidad. Y así ha sido: el año pasado hice mi controlado más rápido a 3:39, en el bosque, y fueron sólo 6 km. Este año he hecho varios controlados de 12 km en el mismo entorno, siempre rondando los 3:40 minutos por kilómetro. Y creo que estos controlados han dado consistencia al ritmo de crucero.
  • Asimismo, los rodajes de los domingos han sido más rápidos, o al menos he incluido casi siempre un tramo de entre 8 y 12 km al final del rodaje en los que he corrido más vivo. Esto sólo me lo he podido permitir asumiendo que el lunes iba a bajar el ritmo en las series cortas, en caso de haberlas. Como digo, así lo he hecho siempre que no haya tocado afinar en el entrenamiento del lunes.
  • Finalmente, y esto no es un cambio real respecto de la temporada pasada, sino simplemente una manera de hacer las cosas, hay que señalar que este año me he perdido casi toda el circuito universitario de campo a través. La compensación ha sido tratar de hacer la mayoría de entrenamientos de cambios de ritmo, y controlados, en la casa de campo, de modo que combinase en el mismo entrenamiento el objetivo puramente cardiovascular y la potenciación de la fuerza.
Estas son mis reflexiones. Obviamente, estoy a tiempo de hacer una carrera lamentable en la media de San Sebastián y echar por tierra estas conclusiones. Pero es lo que puedo deducir con la temporada mediada, y creo que al menos algo de verdad habrá en estas líneas un tanto "adoquíneas" que a lo mejor has conseguido leer hasta el final (¡ole tus narices!).
No te preocupes, la próxima entrada será diferente, volveremos por los fueros pseudoliterarios en los que se ha movido el blog en las últimas semanas.

7.4.09

La muy soportable levedad del ser

Del ser o estar en forma, claro está.
En el mes de enero, en plena vorágine de estudios y de trabajo, pensaba un día sí y otro también reencontrarme con este rincón y dar noticias de mis quehaceres, ya atléticos, ya de otra índole cualquiera. Incluso a lo largo de una semana tuve claro el título de la siguiente entrada. Sería "La insoportable gravedad del ser". Hoy le hago, en cierto modo, un homenaje a esa página que sólo existió en mi cabeza, y que iba a ser un folio amargo, quizá demasiado autocomplaciente, reflejo de un estado de forma perdido, de unas sensaciones olvidadas y una ligereza que me era ajena.
Unos dos meses y medio después, esas sensaciones son muy diferentes. El lastre ha caído y ha arrastrado al titular que quedó sin uso. Con un poco de maquillaje, unas palabras más por acá, y una metamorfosis por allá, el título renace para encabezar unas líneas bien distintas. ¡Hasta qué punto se sienten otros los pies, los tobillos, los brazos...! Notas cómo, con el paso de las semanas, la pesadez es sustituida por la ligereza; la torpeza se torna un trote liviano; el corazón bombea aliviado una máquina en su puntito justo de engrase.
Es esto lo que he ido viviendo en los últimos tiempos, lo que me permitió saltar de Roma a Lisboa pleno de confianza. Y lo que, afianzado a orillas del Atlántico, enlazó un litoral con otro hasta alcanzar Barcelona con un arranque de optimismo que no sospechaba hace un par de meses.
Como si de un homenaje a los viajes colombinos se tratara, he venido a reencontrarme con mi íntima satisfacción en estos dos centros de navegación que son Lisboa y Barcelona. Hasta aquí llega la nao de esta primera mitad de la temporada, aquí viene el almirante genovés a ofrendar los frutos de su aventura. Y es cuestión de disfrutar el momento y sentirse recompensado por esta inesperada marca personal en los 10 km en ruta. Pero, al mismo tiempo, cabe confiar en que hoy, como entonces, el viaje y la conquista no se detengan. Hoy he arriado la mayor, pero asoma ya una enorme tela tejida con un hilo tan fuerte por el optimismo que parece soga, tela lista para subir por el mástil y dejarse soplar rumbo a nuevos objetivos de aquí a final de temporada.