31.7.08

Verano Azul

Poco queda que añadir, me temo, para que comprendáis el derrotero que va a tomar este post. Ya venía anunciándolo en el anterior, cuando comencé a perpetrar una disertación acerca de los símbolos del verano, de esos paradigmas que se agolpan en nuestra cabeza y memoria, y que se van materializando poco a poco a medida que avanza el mes de Julio y las vacaciones se aproximan.

Pero si hay un icono veraniego por excelencia en la España de los que nacimos en los 70, ese probablemente sea Verano Azul, la archiconocida serie mil y una veces repuesta y para la que todos, estoy convencido, guardamos un rinconcito en el corazón a pesar de que nos quejemos de tanta casposa repetición. No obstante, la razón por la que titulo así este post no la revelaré de inmediato, sino que tardaré unas líneas en hacerlo.

Antes de tomar las de Villadiego, atléticamente hablando, participé en el Trofeo de San Lorenzo, como ya anunciaba. Lo cierto es que era mi primera participación activa en esta carrera (el año pasado cerré la temporada el día 21 en el Meeting de Madrid celebrado en Vallehermoso, de modo que lo que hice en este evento fue verlo montado en la bici, haciendo fotos en la medida de lo posible), y creo que en tanto en cuanto no haya nada que me lo impida, trataré de cerrar la temporada en años venideros en este Trofeo, que me ha encantado. El recorrido es duro, pero si ya es bonito desde fuera, desde dentro es una mezcla entre la belleza del trazado en si mismo, y el lujo que supone poder correr por zonas tan emblemáticas de la capital madrileña.

Llegué a la salida muy pronto, pues mi intención era coger la bici nada más terminar para ir a Valtiendas (Segovia), y así empezar con las vacaciones. Así que a las 8:00 estaba dejando mis cosas en el ropero, y poco después quedé con Viren, quien me hizo el enorme favor de custodiar mi bicicleta a base de seguir la carrera montado en ella. Muchísimas gracias por ello y por darme tantos acertados consejos en el transcurso del Trofeo.

Mi intención era salir a disfrutar, tranquilo, pues con los entrenamientos de los últimos meses ya suponía que no estaba para sacar todo el rendimiento posible en una carrera de fondo. Todo lo que fuese pasar de 3 km se me iba a hacer largo. Pero ya sabemos que el hombre propone y Dios dispone. Y como en este caso las piernas son Dios, pues dictan lo que somos capaces de hacer sobre el asfalto, a las piernas les apeteció ir poco a poco forzando.

De salida fui muy tranquilo, si bien es cierto que dado que casi todo el primer kilómetro es claramente en bajada, el Garmin lo marcó en 3:31. A partir de aquí, y hasta la Cuesta de San Vicente, me dediqué a ir regulando mucho, encontrándome muy cómodo en un terreno mayoritariamente descendente, picando el tercer kilómetro en 10:41. A partir de aquí la carrera empieza a ponerse seria: concluimos el tramo del Pº Virgen del Puerto para coger la Cuesta de San Vicente. Y sin forzar en exceso voy pasando a corredores, lo que es ya decidirme a sufrir un poco, pues a partir de ahora, en un punto del pelotón en el que hay grandes huecos y escasos corredores, se tratará de ir no perdiendo puestos, lo que se traduce en terminar por forzar. El tramo más duro de la Cuesta es ese trocito en el que giramos para coger Bailén, que se pone realmente cuesta arriba, y te impide recuperar hasta que bajas hacia la Puerta de Toledo. Allí has concluido un tramo de carrera realmente monumental, y pasas a la zona castiza, con la bellísima y dura subida por la c/ Toledo hasta desembocar en la Plaza de la Cebada, donde tantas noches de tapeo y fiesta han dado comienzo. Señalar que el k. 6 se encuentra justo al principio de la subida por la c/ Toledo, y lo piqué en 22:15.

Aquí da comienzo una zona complicada con multitud de subeybajas: subida hasta la Cebada, bajada hasta Bailén, la subida por Mayor, descenso breve y suave hasta Sol, de nuevo la subida hasta el Congreso, y bajada hacia Neptuno (k. 9 en 33:21). Al final ya me notaba pinchado y con poco fondo, pero terminé apretando en la subida por Argumosa para bajar de 38 minutos. Creo que puedo estar satisfecho de una carrera que no preparé lo más mínimo y que al final, merced a su belleza y que salí más o menos en la zona delantera, me invitó a forzarme un poquito.

Y ahí empezó Verano Azul: al tren con la bici, y a cascarme unas buenas etapas en tierras segovianas. Ahora mismo, miércoles, ya llevo desde el domingo sin trotar nada, pero le estoy pegando a base de bien a las bielas y las ruedas: el domingo fui de Segovia a Valtiendas (77 km), y la verdad es que llegué jodido. Con la carrera de la mañana, no tenía problemas en darle un poco de cera sentado, pero me resultaba imposible ponerme en pie en la bici, porque notaba que me faltaba fuerza en las piernas. Así, llegué pidiendo la hora al completar esos 77 km a 28,6 km/h.

El lunes hubo tregua, pero ayer, martes, hice un recorrido a propósito para pillar un par de buenas subidas que conozco por la zona. Total, 68 km a 26,4 km/h de media.

Y hoy mismo, recorrido más plano llegando a Peñafiel, pero con dos buenos repechos: por un lado, la subida al castillo de Peñafiel; por otro, la salida de la Villa de Fuentidueña hacia Fuentesoto. Total, 66 km a 28,4 km/h.
Mañana toca volver a casa y espero tomarme el camino hacia Segovia con bastante calma… aunque al final siempre me caliento. En eso sí que no me parezco a los de Verano Azul.

3 comentarios:

sermor dijo...

Nada, que tampoco sabes subirte a la bici sin sufrir.

Ishtar dijo...

Más bruto que un arao...

Landes dijo...

Ya no se si decirte que vaya tiempazo en el TSL porque, para mi, todo tus tiempos son tiempazos.

Por cierto ¡que envidia veranear en esas tierras!