14.11.07

Una batalla perdida

Me podrán decir que los entrenamientos son duros.
Que salir a darle a la zapatilla todos los días es difícil.
Que si encima tenemos una semana de curso por delante, con horas y horas de formación, con trabajo en todos los momentos en los que no hay charlas… la cosa se hace muy cuesta arriba.
Que cuando suena el despertador a las 6:30, de primeras, son enormes las tentaciones de darle un buen golpe y pasar de él, quedarte en la cama disfrutando de otra horita de sueño que sabes que te va a venir muy bien, que casi seguro que será necesaria, no sólo conveniente.
Que ponerte en la calle en medio de la oscuridad, con una temperatura rozando el cero, es más propio de locos e inconscientes que de personas en su sano juicio.
Pero estas opiniones son las de aquellos que no saben, que no se imaginan, que la verdadera dureza reside en comer a las 12, tomarse una copita de vino durante la comida, y volver a las charlas a las 13:30. Eso, luchar contra la modorra, el hastío, el sueño tirano, es lo verdaderamente duro. No hay Dios que pueda con ello, y por mucho que te empeñes sabes que es una batalla perdida. Entonces piensas en el sueño perdido, en la paliza adicional de esta mañana (madrugada), en la noche pasada en la que te quedaste currando hasta las doce, y te das cuenta de que hay muchas maneras de definir la locura.
Eso sí, prefiero la primera modalidad de la demencia. Eso de luchar contra el sueño sin poder echarme una siesta es superior a mis fuerzas.

A pesar de todo, mañana volveremos a darle a la zapatilla, luchando contra la oscuridad, el frío, y el dolor en los gemelos :-D


2 comentarios:

Landes dijo...

Tienes que aprender a echarte la siesta con los ojos abiertos.. :)

Lo de madrugar es duro de narices, yo he entrenado a todas las horas posibles, y esa ha sido la que mas me ha costado.

Miguel dijo...

Más o menos eso hago, después de la comida es horrible :-))
Hoy he sacado 20 minutos para una minisiesta que me ha dado la vida :-P